Si tenemos que hablar de lugares con halo de misterio sobre la faz de la tierra, sin dudas el Triángulo de las Bermudas encabeza la lista.
Se trata de un espacio entre las Islas Bermudas, Puerto Rico y Miami: un equilátero de 1,1 millón y medio de kilómetros cuadrados en alta mar, razón por la cual se lo denomina “triángulo”.
50 buques y 20 aeronaves fueron reportadas desaparecidas en la zona. Además miles de historias de desapariciones en ese lugar son contadas a diario. Incluso escritos de Cristóbal Colón, informan sobre una llama de fuego estrellada en ese mar una noche, probablemente un meteorito, y sobre lecturas erráticas en la brújula cuando navegaba esas aguas.
El primer reporte de desaparición data del año 1945, cuando cinco aviones de la marina estadounidense se adentraron a la zona para nunca más volver. 27 personas en total desaparecieron esa vez sin dejar rastros.
Desde entonces, se establecieron decenas de teorías míticas, todas sin demostrar, sobre desapariciones en el famoso Triángulo de las Bermudas. Sin embargo, las ya conocidas terías de ovnis, agujeros negros, Atlantis y Kraken el monstruo, tienen su contraparte científica.
¿Cuál es la realidad del Triángulo de las Bermudas?
Aunque las ideas de una ciudad perdida en las profundidades del océano o un agujero negro sobre el mar sean más interesantes, lo cierto es que todo lo que pasa en aquel equilátero marino, tiene una explicación científica. El primero y principal es el error humano, causante del 90% de los accidentes: error de cálculo, de decisiones o fallos tecnológicos propios de grandes aparatos como barcos y aviones.
Por otro lado, científicos afirman que las condiciones meteorológicas son muy cambiantes ahí: tifones, huracanes y grandes tormentas que provocan olas gigantes y que, fácilmente, pueden ser las causantes de los accidentes.
Volviendo a la experiencia de las brújulas narradas por Colón, hay una teoría que habla de una “niebla electrónica”. Este concepto lo acuñaron Rob MacGregor y Bruce Gernon en su libro The Fog. Ambos, supervivientes de un accidentado viaje por la zona.
Según cuentan los autores del libro, esta “niebla electrónica” fue la causante de la falla de todos los aparatos tecnológicos del avión –de los setenta–, dejando a la pareja sin rumbo y sin visión.
Además, por ahí se encuentra el punto más profundo del Océano Atlántico, la depresión de Milwaukee. La trinchera oceánica alcanza allí una profundidad de 8.380 metros, y recibe su nombre por el hallazgo de un crucero estadounidense hundido, el USS Milwaukee.