Titanic

La tragedia del Titanic en abril de 1912 es un hecho que lo pensamos de manera global, como el gran acontecimiento que fue, esto logra que perdamos de vista los detalles más pequeños, las historias personales, las emociones y tensiones experimentados a bordo del mítico navío. La triste historia de un barco que nació para ser admirado y que el mar llamó, arrastró y se tragó hasta convertirlo en una leyenda negra.

 

Un ejemplo es que entre los viajeros se encontraba Víctor Peñasco de 24 años, hijo de Purificación Castellana, una dama de la alta sociedad madrileña, que se hallaba disfrutando de una suculenta cena cuando presintió que algo le sucedía a su hijo que desapareció aquella noche. Cuando la señora corrió a consultar la lista de desaparecidos, el nombre de su hijo no aparecía por ningún lado. Y es que, en lugar de Peñasco, las autoridades, entre tanto lío, escribieron Renampo. Confundida, sin saber si llorar o no, rechazaba la defunción de Víctor y se aferraba a la postal que su hijo le acababa de enviar desde París.

 

El tal hijo había embarcado con su esposa Josefa Pérez Soto en el endiablado barco, dejando a cargo de su residencia parisina a su mayordomo quien, afortunadamente no quedó solo, sino que lo acompañaban algo más de una docena de postales que esperaban a ser enviadas, y que exponían lo mucho que estaba dando de sí aquel viaje de novios.

 

El paciente mayordomo tenía que dosificar las postales, y enviarlas una a una a doña Purificación para tranquilizarla, puesto que a la madrileña no le gustaban ni lo más mínimo los transportes marítimos. 

 

Como todos sabemos, las víctimas que se cobró el Titanic, fueron bastante más de dos, un viaje en el que embarcaron cientos de personas con motivos diferentes, pero con un elemento en común: sus maletas iban repletas de ilusiones.

 

Algunos sobrevivieron, otros ahogaron su vida en las aguas del caprichoso rey Neptuno. Lo importante es recordar que, detrás de una serie de cifras, había vidas humanas, nombres, apellidos, historias, alegrías, tristezas, que pagaron un precio muy alto para intentar conseguir su sueño.

 

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