Los cuidados de limpieza básicos se volvieron un arma fundamental a la hora de combatir e Covid-19 pero en algún momento de incertidumbre en el 2020, en búsqueda de prevenir llegamos a lavar hasta los paquetes de fideos que comprábamos del super (?).
Sumado a ello, los lugares vacíos o con pocas personas, el uso de guantes y barbijos al salir de casa y el aislamiento preventivo: todas estas acciones vinieron a interrumpir nuestra vida diaria.
Las costumbres antes mencionadas nos ayudaron a sobrellevar la pandemia pero también generaron o aumentaron ciertas fobias o miedos en gran parte de la población mundial.
Una de las más desarrolladas fue la germofobia o misofobia, el miedo a los gérmenes y desprecio por la suciedad. En consecuencia, se desarrollan otros síndromes como el de la cabaña que lo experimentan aquellos que tienen miedo de salir a la calle o la agorafobia, que la experimentan aquellos que tienen miedo al amontonamiento de gente o asistir a lugares públicos.
El miedo constante a todas estas situaciones, además de generar angustia y estrés, podría dejar huellas en quienes sufren de estos miedos. La profundidad de esas huellas psicológicas dependerá de los recursos que tenga cada persona para afrontar sus miedos.
En principio se recomienda reconocer las limitaciones y contactarse con profesionales de la salud. Un diagnóstico a tiempo y la práctica terapéutica pueden ayudarte a salir del pozo.
