Las restricciones a las importaciones de fertilizantes podrían dejar sin cubrir un 57% de la demanda del sector, lo que generaría una merma de US$1350 millones en las exportaciones agrícolas.
La entidad porteña planteó que esto se debe a la posibilidad de que en la campaña 2022/2023 se sembrarían 3 millones menos de hectáreas de maíz, que pasarían a destinarse al cultivo de soja, ya que la oleaginosa requiere una menor cantidad de nutrientes que el cereal.
“Este cambio en el mix de producción implicaría un menor ingreso de divisas por exportación de granos, de US$1350 millones, lo que implicaría un perjuicio neto para la balanza de pagos”, advirtió el reporte elaborado por los economistas Agustín Tejeda Rodríguez, Daniela Regeiro, Jimena Vicentin Masaro y Nicolás Jorge.
Los expertos calcularon en US$ 1889 millones al cupo anualizado impuesto por el Banco Central ante la falta de divisas y el incremento de las cotizaciones internacionales de este producto luego del inicio de la guerra entre Rusia y Ucrania. Ese límite es “significativamente” más bajo que el valor de las importaciones proyectado para 2022, de US$ 4398 millones.
“De ser operativo el tope, se alcanzaría en el mes de agosto, quedando un 57% de las necesidades de importación sin cumplir hacia fin de año”, analizaron desde la entidad porteña.